"Te amo..., aunque no puedo.
Rvdo.
Francisco Javier Alonso. Javier Akerman en lo laboral. Ya he contado en otras ocasiones conmovedoras historias
reales que he vivido en mi consulta con muchas personas a lo largo de casi
cuarenta años.
Hoy os hablaré de Alfredo y Belén (nombres cambiados), un matrimonio joven
(lo era a mediados de los años ´90) que dimanaba una maravillosa complicidad y
amor. Acudían de forma regular a mi consulta para orientaciones sobre
alimentación sana (eran ovo-vegetarianos) y meditación.
Alfredo, a los 39 años de edad, sufrió un accidente laboral con graves
consecuencias medulares y “destrozo génito-urinario”. Tras las intervenciones
quirúrgicas de rigor y la rehabilitación consiguiente quedó confinado a una
silla de ruedas y a una impotencia funcional completa.
Una tarde, mientras les hacía una visita y tomábamos un café en su casa,
Alfredo me habló con absoluta franqueza, mientras a su lado Belén asentía en
silencio y lo miraba con ternura.
Me dijo que, aunque no podían mantener relaciones sexuales completas (“como
antes del accidente”) el amor que se profesaban les ayudó a superar ese
“obstáculo”
Belén, cinco años más joven que él, aseguró que se sentía “llena y
complacida”, que ambos buscaron nuevas formas de gratificación basadas fundamentalmente
en el amor y la complicidad. Ella, con emoción reflejada en sus ojos azules me
confesó que cuando Alfredo le susurró después del accidente: “Te amo… pero no
puedo” (en referencia al coito), mientras la besaba con ternura infinita y la
tomaba de ambas manos tembloroso, ella sintió un agradecimiento inefable más
allá del cuerpo y de la mente.
Agradecimiento por sentirse amada y deseada por un hombre que no puso
barreras a su limitación física, pues el amor siempre buscará las
compensaciones adicionales o secundarias a la complacencia física, pero que
cuando se Ama de verdad, todo lo puede.
Hoy siguen siendo una pareja feliz. Viajan juntos, salen a pasear y se
deleitan de un sexo que sigue siendo “exquisita ternura sensual que late en
cada poro de la piel de ambos”
Por eso me entristecen muchos comentarios radicales que estigmatizan el
“amor romántico”, como un residuo tóxico de una sociedad “machista y
patriarcal”. No me gusta polemizar, lo sabéis. Procuro ser ecuánime y tratar de
escribir para abrir corazones y no fomentar venenos ni rencores. Pero es
inevitable que en ocasiones defienda valores como el del Amor.
Porque, como expresa I Corintios 13, 4-6: “El amor es sufrido, es benigno;
el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace
nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de
la injusticia, mas se goza de la verdad”
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